En su artículo "¿Confiscaciones bolivarianas?" Ovejero habla de la reciente Ley Antideshaucios aprobada por la Junta de Andalucía, y de cómo ciertos opinadores conservadores se han lanzado contra ellas por las expropiaciones que prevé. Para Ovejero
..lo único claro de la reacción era su tono fanatizado. La invocación a los derechos de propiedad no se demoraba en argumentos.Yo no sé casi nada de esta ley, ahora bien: sé que algunos opinadores no tan conservadores no han cuestionado la ley por esto, sino por su deficiente fundamentación legal, que es algo que sí debería preocuparnos. Pero esto es lo de menos. Más interesantes son sus consideraciones generales sobre la propiedad.
Los derechos de propiedad no están escritos en las tablas de la ley (...) Los derechos de propiedad no son anteriores a una estructura jurídica, a un diseño institucional, dentro del cual cobran sentido.En esto estoy de acuerdo con Ovejero: aunque creo que los derechos de propiedad sí pudieron ser instrumentales para la libertad política (poder decir al soberano: esto es mío) y sospecho que sin aquellos ésta es imposible, creo que no están exentos de discusión dentro de un sistema democrático. Pero avanzando, ay, empiezan mis discrepancias:
Los derechos de propiedad no son otra cosa que una estructura de autorizaciones y de prohibiciones. (...) Ser propietario de un bien supone asegurarse de que los demás no pueden usarlo.Discrepo porque los derechos de propiedad son algo más: son el armazón de una estructura de incentivos, sobre la que se sustenta el funcionamiento del mercado. Mi derecho de propiedad sobre mi Ferrari no sólo me autoriza a utilizarlo y a usted no, sino que crea una serie de incentivos: a mí, para comprarme el coche (porque nadie lo usará sin mi permiso); a usted, para que trabaje duro si quiere tener un coche como el mío; a los constructores de coches, porque habrá gente dispuesta a pagar por sus productos. Crea, en definitiva, las reglas del juego que determinan el funcionamiento del sistema productivo. Es de esta visión limitada de los derechos de propiedad de donde se deriva (creo) la visión de Ovejero sobre algunos defensores del mercado:
Desde luego, yo no soy uno de esos defensores del mercado. Lo que yo piense sobre los merecimientos de Messi y Cristiano es irrelevante: para mí sus sueldos son una consecuencia del funcionamiento del mercado, que es el mecanismo que esencialmente regula la actividad productiva. La pregunta que tenemos que hacernos es: ¿si interviniésemos en el mercado para que sueldos como el de Messi y Cristiano no fueran posibles, cómo afectaría al sistema de incentivos que lo sustenta? ¿Aumentaría o disminuiría la producción de bienes? ¿Podríamos pagar los médicos y las enfermeras que tenemos? ¿Más? ¿Menos? Del mismo modo, es posible cuestionar las expropiaciones de la Junta de Andalucía centrándonos sólo en cómo modifican los incentivos existentes: si dificultará a la larga el acceso al crédito, a la vivienda, cómo afectará al desarrollo económico de la región... O hablando de la renta básica, proyecto del que Ovejero es defensor, cabe preguntarse si la modificación de incentivos que conllevaría una sociedad con un salario mínimo para todos los ciudadanos daría lugar a una sociedad más o menos próspera que la nuestra."...la pregunta es qué juego de autorizaciones y prohibiciones está justificado (...) El mercado, según algunos, cumple esa función. Las preferencias de las personas nos mostrarían lo que juzgan valioso y lo que no. Los ingresos de Belén Esteban, Pilar Rahola, Cristiano o Messi no harían más que reflejar, a través de las demandas de consumo, lo que la sociedad aprecia. (...) Si los ingresos de estas personas son cien o mil veces superiores a los de un maestro o de una enfermera es porque la sociedad valora cien o mil veces más sus talentos. (...)"
Este punto de vista es el que en mi opinión que hay que adoptar al abordar cualquier cuestión económica: dudar de la inteligencia del Mercado o de la del Estado como dudamos de la existencia de los dioses. No abordar estas cuestiones como estériles debates de principio, sino intentar entender que el sistema económico no es sino un medio para lograr ciertos fines, por lo que sólo cabe preguntarse qué modificaciones de sus equilibrios maximizan aquello que consideramos deseable. Y estar lo suficientemente libres de prejuicios como para entender que la respuestas a estas preguntas puede contradecir nuestras intuiciones. Si como dice Le Clézio
“En el mundo actual, se está invirtiendo cinco veces más en medicamentos para la virilidad masculina y siliconas para mujeres, que en la cura del Alzheimer. De aquí a algunos años, tendremos viejas de tetas grandes y viejos con pene duro, pero ninguno de ellos se acordará para que sirven”La pregunta que hemos de hacernos no es cómo conseguir que se invierta menos en silicona y viagra, sino más en la cura del Alzheimer. No es descartable que ello pase por tener una sociedad donde también se invierta más dinero en tener abuelas de neumática delantera acosadas por priápicos ancianitos.
Si hay algo que me desespera de la izquierda es su reticencia a pisar este terreno, una reticencia confirmada en parte por esta pieza de Ovejero. Pero empiezo a sospechar que en el campo progresista algo está cambiando.