jueves, 21 de agosto de 2014

Dejar tuíster - El follón en UPD

Dejar tuíster

Como sabrán si han visto últimamente los telediarios, he dejado tuíster. Naturalmente, me arrepiento cada cinco minutos, y echo mucho de menos unas cuantas voces. Bueno, en verdad echo de menos a todas las voces de mi TL, el modo en que el mundo fluía y era desmenuzado a través de sus tuits. Pero no echo de menos precisamente aquello por lo que me he decidido a dejarlo: la sensación que tenía de estarme dejando arrastrar por esa corriente, saltando sin esfuerzo alguno de una idea a otra, a cual más aguda, sin apenas esfuerzo. Dejándome llevar por ellas. Hay quien dirá que no tiene sentido resistirse, que todos nos dejamos llevar por unas corrientes o por otras, y que saber dejarse llevar por la más adecuada es un arte en sí. Eso mismo he pensado yo durante mucho tiempo. Pero ahora me apetece nadar un poco solo y sin flotador. Bueno, quizás con un manguito. O con dos. Pero más suelto. A ver qué pasa.

Por algún lugar daré salida a lo que ya no saldrá por tuíster; el lugar más probable será este cuaderno. Las entradas quedarán inevitablemente más tuiteriles, y espero que también ellas queden más sueltas. Lo veremos.

El follón de UPD

He dejado tuíster pero me llegan ecos, claro (¡esos ecos serán mis manguitos!). Me llegan porque los busco, porque hay algunos que sé por dónde paran. Tal es el caso de Montano y sus columnas: me entero por la última del lío que se ha montado en UPD a cuenta del artículo del eurodiputado Sosa Wagner, en el que pide a su partido que concurra a las próximas elecciones de la mano de Ciudadanos, cerrando una brecha que a los que simpatizamos con ambas formaciones nos resulta inexplicable. A diferencia de lo que le ocurre a Tsevan Rabtan (según refiere Montano: con gran dolor mi abandono tuitero me obliga a dejar los tuits de Tse, salvo los que recopila alguna de esas almas caritativas que circulan por internet) para mí UPD nunca fue el partido de Rosa Díez sino el partido de Fernando Savater. Y por eso mereció mi simpatía y mi voto. Cuando amigos que estuvieron más o menos cercanos al partido me señalaban sus defectos, les decía que les pasaba lo que al salchichero que jamás comía salchichas de su propia carnicería. Pero, como señala Arcadi Espada, la alucinante carta de la diputada Irene Lozano casi confirma algunos de los peores rumores que habíamos oído estos años.

Sin embargo, y aquí me asoma mi incorregible (¡mi savateriano!) optimismo, quizás todo esto sea una buena noticia. Es tal el globo que se ha formado, que veo difícil que todo esto se cierre en falso. Hace tiempo que sabemos que UPD tiene dos opciones: unirse a Ciudadanos o encerrarse en su sectarismo y caer en la irrelevancia. La carta de Sosa les obliga a enfrentarse ahora a esa decisión. Espero que Savater intervenga y les ayude a tomar la decisión correcta. Y si no lo hacen, los votantes de UPD tendremos que dar una lección al partido y hacer lo que hace tiempo que venimos demandando a Rosa Díez sin éxito: echarnos a los brazos de Ciudadanos.